sábado, 27 de julio de 2013

¡Lo que Él quiera!


“¡Lo que Él quiera! Si él no lo quiere, ¿para que vamos a quererlo nosotras?” Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza

Cuando visitaba al Santísimo, me percaté de algo que quizás no quise saberlo antes o no estaba preparada para conocerlo.  Dios y sus innumerables detalles siempre sorprenderán a las almas pequeñitas.

Desde hace ya tiempo he deseado para con Dios obsequiarle la prueba más grande de amor y es morir por él. No veo otro camino para colmar tanto amor recibido. Ni encuentro la plenitud en otra forma de vivir sino es dar la vida entera hasta consumirse por él.

Sin embargo en mi limitada conciencia descubro la ternura infinita del Padre que me hizo reconocer en adoración un detalle muy simpático que se los quiero contar.

Mientras conversábamos Él y yo, una señora de avanzada edad, iba saliendo de la Iglesia, como apresurada y conversando para ella misma, de repente otra un poco más joven la detiene diciéndole: “¡A dónde va usted señorita!, si vino conmigo, conmigo se regresa a casa”.  Aquella ancianita había perdido la noción de con quién estaba, o a dónde iba, creo que la ciencia lo llama alzheimer, yo sólo vi en ella algo que me cautivó para siempre.

Me vi a mi, dejándome conducir por alguien (y esta idea no niego que me aterró), me vi analizando una situación distinta de la que cómo yo hubiera deseado morir. Siempre me ha emocionado mucho la idea del martirio de sangre o de amor, pero en esta ocasión me vi, indefensa, abandonada, “cucú”, como dirían burlescamente algunos, ¡como diría yo!. Entre lágrimas solo pude decir, aquella tarde: “Señor, si lo quieres, también lo quiero yo”. 

Inmediatamente recibí la gracia de la alegría en mi alma, un frescor, como una mañana nueva.  Ya no era entonces, lo que yo buscaba.   Aquella tarde resolvimos Él y yo, vivir y morir cómo Él quiera que viva y muera…




miércoles, 10 de abril de 2013


Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré”. Jeremías 1, 5.

Me has preguntado en tu carta ¿Dónde está tu hijo?.  Si tu bebé será un angelito, que pasará con Él y cada pregunta que haces me conmueve de sobremanera, ¡Si me vieras llorar al pie del crucifijo!. Tus lágrimas y tu alma hecha jirones me estremecen, quisiera volar hasta ti en este momento y abrazarte,  quisiera aprovechar y te lo digo exclamando con toda la certeza de mi corazón y la esperanza en Aquel que ha vencido la muerte y ha resucitado: ¡TU HIJO ESTÁ VIVO Y ESTÁ EN LA PRESENCIA DEL TODOPODEROSO QUE REINA AYER, HOY Y SIEMPRE!

Querida amiga, cómo puedo hacer para que sepas que Dios llora la pérdida de tu hijo y que él ha estado contigo justamente en tus luchas y ¡acompañándote en todo momento!


¡Qué caminos los del Señor!, sabes, ayer mientras debatía sobre la píldora del día después, cuya distribución se ha legalizado en el Ecuador y sobre los anticonceptivos para adolescente dije en mis adentros: “Esto lo hago por millones de angelitos y por tu pequeñito que partió al Cielo y me ayuda desde allá a ser valiente y no tener miedo en esta defensa que Dios ha puesto en mi corazón”.
 Al respecto de cómo has concluido tu pregunta, lo más maravilloso es que te has encomendado a Dios y sé que ya lo venías haciendo desde antes, el rezo del santo rosario te dará la fortaleza y la paz de que nuestra Madre nos puede dar! ¡Cuánto sabe ella de dolores que atraviesan el alma!
 También quisiera pedirte que sigas adelante por favor, que te encomiendes a Dios todos los días y selles con su preciosísima sangre tu matrimonio, tu esposo, los hijos que vendrán, ¡ábrete a la vida querida amiga! Sean generosos con Dios! Él lo será contigo y con tu amado esposo.

Los llevo en mi corazón.

Cristina.